Pasamos alrededor de dos semanas (!) de nuestra vida esperando en los semáforos en rojo. Pero eso podría ser pronto cosa del pasado. La IA en los semáforos debería ayudar a optimizar la conmutación de semáforos y los flujos de tráfico.
¿A quién no le ha pasado?: conduces de noche a casa por calles vacías de gente y coches y tienes que pararte ante una luz roja en un cruce de semáforos igualmente vacío. Parece una eternidad, pero por lo menos es el tiempo normal de cambio de semáforo. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez si no hay una forma mejor de gestionar esto?
Actualmente, muchos semáforos siguen funcionando con un programa clásico, la conmutación de semáforos estándar. Algunos semáforos están equipados con un bucle de inducción (o una cámara); el semáforo correspondiente solo se integra en la conmutación de semáforos cuando es necesario. Pero esta programación dista mucho de ser un circuito inteligente.
Aunque los semáforos ya pueden reprogramarse mediante sistemas de control, la inteligencia artificial (IA) puede utilizar cálculos lógicos para ver el futuro y agilizar los desplazamientos en coche en el futuro. Además, ¡el tiempo de espera se reduce!
La clave para optimizar la fluidez del tráfico reside en analizar y ajustar el control de los semáforos. Su funcionamiento es fácil de explicar:
la IA en los semáforos utiliza sensores, cámaras u otros dispositivos de detección para recabar información sobre la situación actual del tráfico. Estos datos pueden incluir el número y el tipo de vehículos, la velocidad, el sentido de la marcha y la densidad del tráfico. Los datos de tráfico recogidos se envían a una unidad central de procesamiento, donde algoritmos de inteligencia artificial los analizan para identificar patrones y tendencias de tráfico. A partir de estos datos, se ajustan las fases de los semáforos. Esto puede incluir alargar o acortar las fases verdes para ciertos sentidos de circulación o hacer que las fases de los semáforos estén más coordinadas.
El objetivo está claro: hay que optimizar el flujo de tráfico, algo que también podrá calcularse en tiempo real en el futuro. Esto significa que no habrá que detenerse ante un semáforo en rojo cuando no circule nadie por las demás vías.
La IA de los semáforos también puede comunicarse con los vehículos y otros usuarios de la carretera (por ejemplo, mediante la llamada comunicación Car-2-X) para intercambiar información sobre la situación actual del tráfico. Estos datos pueden utilizarse para optimizar aún más el flujo de tráfico y proporcionar a los vehículos información sobre las próximas fases de los semáforos o los atascos. Esto también aportará ventajas para la planificación de rutas en el futuro.
La comunicación Car-2-X, también llamada comunicación Vehicle-to-Everything (V2X), es un sistema de comunicación inalámbrica que conecta en red vehículos, infraestructuras de tráfico y otros usuarios de la carretera. La comunicación Car-2-X también puede ser un componente importante de la IA en los semáforos si se incluyen en la red. En los vehículos compatibles, puede mostrarse, por ejemplo, la duración de la fase roja. Esto ya se puso a prueba en Berlín hace muchos años.
El uso de inteligencia artificial en los semáforos y la conexión en red con los vehículos correspondientes permiten evitar atascos y mejorar la fluidez del tráfico. El control inteligente de las fases de los semáforos ayuda a reducir los tiempos de espera innecesarios en los cruces. Esto permite a los vehículos circular por el tráfico con mayor rapidez y eficacia, lo que a su vez ahorra tiempo y combustible y, por tanto, no solo protege el medioambiente, sino también el bolsillo: una situación clásica en la que todos salen ganando.
Una de las mayores ventajas de la IA en los semáforos es la reducción del impacto ambiental. El flujo de tráfico optimizado y los tiempos de espera más cortos en los semáforos reducen el consumo de combustible. De este modo, se reducen las emisiones de CO2 y se contribuye a la protección climática.
La IA en los semáforos es un enfoque prometedor para mejorar la situación del tráfico en las ciudades y reducir la contaminación ambiental. En combinación con otras tecnologías, como la conducción autónoma y los sistemas inteligentes de control del tráfico, la infraestructura de transporte inteligente del futuro puede contribuir decisivamente a la transición hacia una movilidad sostenible.