La presión de los neumáticos es un factor de seguridad esencial cuando se conduce. Las averías más frecuentes de los neumáticos se deben a una pérdida gradual de presión de la que los conductores se percatan a menudo demasiado tarde.
Una presión demasiado baja en los neumáticos también provoca un aumento del consumo de combustible y un mal comportamiento del vehículo. Esto produce asimismo un aumento de la temperatura de los neumáticos y un mayor desgaste. El neumático podría incluso estallar como consecuencia de una presión demasiado baja. Esto representa un enorme riesgo de seguridad para todos los pasajeros. Por esta razón, los sistemas de control de la presión de los neumáticos (TPMS) son obligatorios para todos los vehículos nuevos en la UE desde noviembre de 2014.
Con sus sensores de control de presión de neumáticos alimentados por batería, HELLA ofrece un producto de seguridad fiable y de alta calidad. Se monta directamente en la respectiva llanta del vehículo y mide la temperatura y la presión del neumático. El valor medido de la presión de los neumáticos se transmite por radio a la unidad de control de la presión de los neumáticos. Si se registra una pérdida de presión, la unidad emite una advertencia óptica/acústica a través del indicador.